Instrucciones para no leer a Cortazar

Error. He cometido un terrible error. Me he dejado influir por los entusiastas comentarios que un autor que admiro mucho, yo diría que incluso más, hace frecuentemente de Julio Cortázar.

Movido por tan falso entusiasmo, extemporáneo e irracional, me he decidido al fin a leer alguno de sus textos, eligiendo un volumen llamado Historias de cronopios y de famas.

 Podría extenderme en la crítica, pero me limitaré a darles un consejo. No lean a Julio Cortázar. Si ustedes, como yo, son propensos a la lectura en el aseo, sin duda el mejor lugar del mundo para leer y se encuentran con que solo tienen a mano un libro de Cortázar, recuerden que las etiquetas de su ropa también son una buena opción de lectura. Podemos enterarnos de que material está hecho nuestro jersey favorito o si hay que lavarlo en frío, para el caso, más que improbable, al menos para mí, de que un día nos dé por poner una lavadora. Siempre serán más comprensibles y estructuradas que un texto de Julio Cortázar.

Se puede entender si atendemos a la biografía del autor, concretamente a los primeros años que este pasó en Paris. Por aquel entonces resistía con una beca de diez meses que el gobierno francés le había concedido para ampliar estudios y con trabajos esporádicos que completaban sus ingresos mientras se dedicaba a perpetrar sus escritos. En estas circunstancias pudo, no sin esfuerzo, hacerse con una Vespa de segunda mano con la que a partir de entonces acostumbraba a moverse.

Finalmente, un día de Abril de 1953 sucedió lo inevitable. Una venerable anciana se cruzó en el camino de la Vespa del autor, que por esquivarla acabó dando con sus huesos en el suelo, poniéndose la Vespa por sombrero y granjeándose un mes y medio de hospital. Tal incidente inspiró uno de sus más celebrados relatos, la noche boca arriba, que no he leído ni pienso leer jamás.

Seguramente este incidente le provocó algún tipo de conmoción cerebral, nunca diagnosticada, que le impulsó a escribir cosas tales como instrucciones para tener miedo, para cantar, para llorar o para entender tres pinturas famosas. Inspirado en esto, estas son mis instrucciones para no leer a Cortázar.

Si encuentran un libro de Cortázar, no lo compren. Pero si por desgracia ya son poseedores de uno por herencia o porque alguien, por ignorancia o mala baba se lo ha regalado, no lo abran. Solo ojearlo ya pudiera ser nocivo. Hay mil cosas para las que puede ser útil, tales como calzar una mesa o hacer de soporte para una persiana averiada. Otra utilidad puede ser hacer bulto en su biblioteca.

Dice mucho de uno, cuando algún amigo se acerca a curiosear tus libros, tener a la vista alguno de Cortázar, de Bioy Casares o de Juan Carlos Onetti. Argentinos y uruguayos, primos hermanos. Igualmente infumables, pero dan empaque. Es como contar en tu videoteca con las películas de Akira Kurosawa. Las tienes, pero no las has visto en tu vida ni piensas hacerlo.

Cosa muy distinta es llegar a meditar sobre por qué alguien te ha recomendado a Cortázar. Conviene estudiar bien la situación para no caer en errores similares cuando te recomiende, por ejemplo, el último disco de Leonard Cohen.

Es importante tomar medidas si te ocurre algo así, midiendo que los métodos coercitivos han de adecuarse a la gravedad del hecho. Me explico.

Si ha sido un amigo o familiar muy cercano el que te ha hecho tal recomendación, se pueden dar dos supuestos :

Tu amigo o familiar te ha recomendado a Cortázar por ignorancia, pero sin mala intención. En tal caso finge que lo has leído y recomiéndale fervientemente que una vez que él lo lea te llame para debatir el tema. Dale de su propia píldora. Que se joda.

Tu amigo o familiar te ha recomendado a Cortázar a mala leche. En tal caso, retírale tu amistad, bloquéale en las redes sociales y los contactos del móvil y si alguna vez te lo cruzas por la calle, mira un escaparate y finge que no le has visto. Procura olvidar. El rencor no lleva a ninguna parte.

Si por el contrario quien te ha recomendado a Cortázar ha sido alguien menos allegado, por ejemplo un cuñado, doy por hecho que el supuesto uno no existe y definitivamente lo ha hecho a mala hostia. En tal caso te recomiendo que veas los Soprano, Uno de los nuestros, Casino u otras películas del género que te ayudarán a elegir un método para hacerle desaparecer y que parezca un accidente.

A pesar de todo esto, puedo entender que haya gente a la que le guste Julio Cortázar, en la misma medida que a algunos les gusta pillarse los huevos con un cajón o dormir en una cama de clavos. Dicen que venimos a este mundo a sufrir y hay quien decide hacer de ello un arte.

Desde luego, hay gustos para todo.

Julio Moreno Lopez

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