LOS YATES DE CALÍGULA

LOS YATES DE CALÍGULA

En la Historia hemos visto a muchos gobernantes llevando a cabo proyectos que muestran lo excéntricos que eran, pero muy pocos pueden llegar a la suela de las sandalias en excentricidad como lo fue el emperador romano Calígula. Sabemos, según las fuentes que nos han llegado, que Calígula fue un emperador cruel, déspota y, como ya he mencionado, excéntrico hasta tal punto de nombrar cónsul a su caballo Incitatio. Pero pocos conocen otra de las extravagancias que este emperador llevó a cabo: construirse un palacio y un templo flotantes en un lago. Etas mega estructuras han tenido una vida interesante que ha llegado hasta nuestros días y hoy vamos a conocerla.

Un capricho del emperador

A mediados del siglo I d.C, las familias patricias y pudientes de Roma tenían costumbre de pasar largas temporadas del verano al lago Nemi; un lago, modesto en tamaño, circular y de origen volcánico situado a 33 kilómetros de la capital imperial que les ofrecía un microclima limpio, refrescante e ideal para pasar el calor.

Además, dicho lago se consideraba sagrado y estaba consagrado a la diosa Diana Nemorensis, diosa de los bosques y la luna llena, la que se reflejaba en las aguas del lago. Calígula era un ferviente seguidor de la diosa egipcia Isis que, para él, era la versión oriental de Diana.

Con estos ingredientes, el emperador tenía claro que quería construirse una villa en el lago Nemi. Pero lo hemos dicho, Calígula era un emperador al que le gustaba destacar y fue cuando ordenó construirse un palacio flotante y un templo dedicado a Diana, también flotante, para colocarlos en el medio del lago.

Hay que decir que la idea de construirse palacios flotantes no fue una idea original del emperador romano, ya que Calígula se inspiró en dos gobernantes del siglo III a.C, el tirano Hierón II de Siracusa y el faraón Ptolomeo IV. Se cree que se construyó una tercera embarcación de la que todavía no se han encontrado evidencias.

La Prima Nave, llamada así porque fue la primera en ser encontrada, era una embarcación de unos 70 metros de eslora por 20 de manga que tenía la función religiosa porque albergaba el templo de Diana. Este barco, más pequeño que el otro, no tenía medio de propulsión por lo que hace pensar que era remolcado. Esta embarcación era más ancha en la popa que en la proa para poder albergar el templo pavimentado de mármol y decorado con esculturas.

La Secunda Nave, la segunda embarcación recuperada, era el gran barco residencial de Calígula. Este medía 73 metros de eslora por 14 de manga y estaba configurado por una parte central que tenía el palacio y otras dos laterales que tenían los remos que servían como medio de propulsión.

Esta nave, de la misma manera que la primera, no tenían quilla, cosa que servía para una mejor maniobrabilidad y contaban con anclas de hierro que se creían que tenían su origen en el siglo XVII.

El palacio flotante de Calígula contaba con suelos decorados con mosaicos, techos de barro cubiertos de bronce, estatuas con mecanismos giratorios y hasta un sistema de cañerías de plomo que permitía tener agua caliente y fría, aparte de calentar las estancias del palacio para hacerlas más acogedoras. Esta segunda nave fue el centro de fiestas y orgías que el emperador organizó durante el año 42, ya que, un año más tarde, Calígula fue asesinado y sus barcos hundidos para borrar su reinado.

Intentando reflotar los barcos de Nemi

Las naves de Calígula cayeron en el olvido hasta 1446 cuando el cardenal Colonna le encargó al humanista Battista Alberti recuperar los barcos perdidos. Con un equipo de buceadores, Alberti pudo encontrar uno de los barcos, pero solo pudo arrancar partes de ese barco.

La segunda tentativa de reflotar los navíos se llevó a cabo en 1535 de la mano de Francesco De Marchi, ingeniero y espeleólogo a las órdenes del gran mecenas Alejandro de Medici. Di Marchi se metió en el lago y pudo extraer maderas y clavos. Además, consiguió ver y documentar la existencia de los suelos de mármol y diferentes objetos de bronce, cobre y plomo.

Ya en los siglos XIX y XX se llevarían a cabo los planes más ambiciosos llevados a cabo hasta el momento para la recuperación de los barcos del emperador.

En 1827, Amnesio Fusconi, acompañado por otros buceadores, se metieron en el agua del lago de Nemi dentro de una campana de buceo para estudiar el barco que descubrieron que eran dos.

Después de un estudio de un mes, Fusconi sacó del agua fragmentos de mármol, mosaicos, tuberías de plomo, entre otros restos. Fusconi intentó sacar los barcos con cuerdas, pero no tuvo éxito. Ya en 1895, bajo la dirección del Ministerio de Educación, Eliseo Borghi y un equipo de buceadores volvieron a inspeccionar los barcos de nuevo.

Borghi confirmó que eran dos embarcaciones y recuperó más restos como mosaicos. Por su parte, el director general del departamento de antigüedades del Mueso Nacional, Felice Barnabie, redactó un informe que obligó al gobierno italiano a encargarle a la Regia Marina un estudio sobre el estado de los dos barcos.

El ingeniero de la marina Malfatti presentó un informe que confirmaba que el estado de los navíos hacía imposible su extracción a través de maquinaria y proponía una idea para sacarlos: drenar el lago Nemi.

Rescate y desaparición

La idea de Malfatti quedó en el olvido hasta 1927 cuando, por orden del dicatdor Benito Mussolini, el ingeniero Guido Ucelli recuperó el plan de Malfatti y vació el lago utilizando un antiguo conducto romano que se utilizaba para llevar el agua del lago a las granjas cercanas.

Los trabajos empezaron en octubre de 1928 y no concluyeron hasta que el segundo barco fue sacado en octubre de 1932. Muchos restos arqueológicos de madera se han conservado en excelentes condiciones al estar sumergidos en el agua, como fue el caso de los barcos de Nemi.

El problema viene cuando sacas esos restos de madera de esa situación porque, al salir a la superficie y entrar en contacto directo con el aire, estos se deterioran rápidamente. Este fue también el caso de los barcos de Nemi porque, tras casi 2.000 años en el fondo del lago, estar en la superficie los estaba desintegrando literalmente.

Para solucionarlo, los restauradores usaron los mismos tratamientos que se utilizaban en la época para conservar embarcaciones que habían estado en situaciones parecidas a los navíos de Calígula como por ejemplo los barcos vikingos de Noruega.

En enero de 1936 se inauguró el Mueso delle Navi Romane donde los barcos y demás hallazgos fueron expuestos hasta el 31 de mayo de 1944 cuando, en el marco de la Segunda Guerra mundial, el museo, y los barcos, se incendiaron.

Tras más de 500 años intentando rescatarlos, la Prima Nave y la Secunda Nave desaparecían. En la actualidad quedan los pocos restos que sobrevivieron de ese incendio expuestos en el museo reconstruido que, gracias al tamaño del pabellón que guardó los barcos de Calígula, sirve de testigo de las dimensiones de esas superestructuras.

Esta es la curiosa historia de una de las mayores excentricidades del emperador Calígula que no puedo sobrevivir por culpa de la guerra. Estos barcos son el claro ejemplo del peligro que corre el patrimonio histórico y la necesidad de protegerlo.

Carlos Llanas

@carlosllanas_

@rincondhistoria

 

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