Ayuso y la cultura del esfuerzo
He leído algún que otro texto sobre la meritocracia, la igualdad de oportunidades y la cultura del esfuerzo. Intento comprender la razón por la cual la derecha de este país se empeña en tirar piedras sobre su propio tejado y necesita de titulares tan elocuentes como los de principios de esta semana sobre el esfuerzo de nuestras generaciones.
Creo que Ayuso sabe lo que dice, o por lo menos lee bien lo que le ponen. Creo que la intervención del lunes pasado no favorece ni a la causa de una más social que ha de estar anclada en el territorio, ni tampoco a la de Feijóo, que según titulares pretende amarrar el voto joven.
Ayuso parece desconocer las desoportunidades que se dan en el resto de España. Se le olvida que España no es sólo Madrid, por mucho que su causa sea la de monopolizar, y que existen regiones en las que hay chavales con una gran formación académica e intelectual que han tenido que salir de su tierra por la falta de opciones laborales.
Es verdad la carencia de estímulos académicos, las diferentes leyes educativas marcadas por una escasa cualificación y una exigencia que cada vez va a menos; todo esto, ha llevado a una situación de anestesia social aceptada por algunos que entorpecen el futuro de cada generación, no obstante, eso no varia el falaz argumento mostrado esta semana.
Lo cierto es que me gustaría saber cuántos de los chicos reunidos allí ostentan un cargo público que les permitió estar escuchándola un lunes a primera hora de la mañana. Y ya puestos, también su edad; porque lo que no se puede, es tomar el pelo a la gente de esta forma, ya que corres el riesgo de no ser tomado en serio.
No podemos aceptar los parámetros que nos impone esta izquierda que pretenden confundir al hombre con la masa, un hombre que se encuentre como decía Ortega “vaciado de su propia historia”, sin criterio, sin concepción algunade la reflexión interna y propia.
No debemos dejar espacio a una izquierda que ha preferido abandonar las Categorías en pro de una sociedad más dócil y mucho más manejable, homogénea en definitiva. No se debe, pero no en base a esta dialéctica.
La izquierda no puede ser garante ni de la educación, ni de la igualdad de los ciudadanos si mantiene las políticas del fracaso social y el adoctrinamiento, pero colectivizarán el espacio que dejamos libre si aceptamos como discurso que nosotros los jóvenes no conocemos la cultura del esfuerzo.
Puede que en Madrid esto de rédito electoral, no lo discuto, pero no en el resto de España. No en la Castilla despoblada o la Galicia de pescadores. No en Valencia o en tierras extremeñas. No en esa España donde todavía hay chicos estudiando en barracones.
Donde hay familias en las que la igualdad de oportunidades significa mandar a tu hijo a Madrid o Barcelona para ver de qué manera puedan labrarse un futuro. Una realidad en la que generar unos ingresos para poder vivir como hacían nuestros padres hace treinta años significa tener dos pagadores. Todo este espacio de acción ha de ser visto de forma perspicaz por la derecha, un espacio que es abierto, heterogéneo y social y que se encuentra a la espera de reformas reales y no discursos vacíos. Todo esto gestionado desde políticas públicas justas y coherentes.
España ha de ser un mosaico en el que nos podamos ver representados todos en cada una de sus esquinas; este país de provincias que se encierra en sí misma y olvida a los que se han ido por falta de oportunidades. Una España necesitada de jóvenes que levanten este absoluto desastre con el esfuerzo que han visto en sus casas y no en el ejemplo de alguno de nuestros líderes patrios.
Ysabel Sanz
Barcelona, octubre 2022